Durante mi vida profesional he tenido una idea muy clara. No me gustaría volver a trabajar en proyectos de consultoría.
Todos estos argumentos son aplicables a mi caso particular y a mis circunstancias. Quizá, que yo exponga mi experiencia personal en este ámbito pueda serle útil a alguien que está en la misma situación en la que me encontraba yo o está a las puertas de pasar por lo mismo.
Ahí van por tanto mis 5 razones por las cuales no me gustaría volver a trabajar en consultoría:
Crecimiento personal y profesional
Durante mi etapa trabajando en una gran consultora pasé por múltiples proyectos trabajando casi siempre con la misma tecnología como base, Java. Durante todos los años que duraron mis diferentes asignaciones tuve un crecimiento cero en el ámbito profesional.
Nos golpeamos el pecho continuamente diciendo que para poder dedicarse al mundo de la programación debemos mantener una formación continua a lo largo de los años y debemos conocer las últimas tendencias del mercado tecnológico.
Mi caso fue totalmente lo contrario. La formación obtenida por parte de la empresa no cumplía con los objetivos de mi proyecto y mucho menos me permitía crecer y conocer otras alternativas para poder optar a nuevas posiciones en el futuro.
Las diferentes necesidades formativas que me requería el proyecto o mi propia curiosidad debían estar costeadas por mi propio bolsillo y, por supuesto, fuera de mi horario laboral.
El plan de carrera que me ofrecieron en la oferta laboral no me sirvió para absolutamente nada.
Además, la inversión de tiempo y de dinero que hice en mi formación nunca se vio recompensada dentro de la empresa ya que bloqueaban constantemente mis iniciativas para optar a proyectos diferentes cambiando a otras tecnologías más modernas.
La frase “Es que eres imprescindible en este proyecto” la escuché muchísimas veces.
El bloqueo a tu desarrollo profesional, sobre todo en un mundo que se mueve tan rápido, hace que la ilusión y la implicación se pongan cada día que pasa más en caída libre…
Proyectos sobredimensionados
Desde hace ya unos años no me encuentro en mi camino profesional con grandes desarrollos en los que se viesen implicados grandes grupos de trabajo o en ocasiones diferentes empresas.
Dentro del mundo de la consultoría es muy común encontrarte con proyectos monstruosos creados para clientes que no tienen problema en echar constantemente dinero a un saco sin fondo y con gestiones bastante peculiares, por no decir catastróficas.
Si el proyecto iba mal, en vez de mejorar la organización o plantear alternativas para solucionar los diferentes problemas, se pedía más dinero al cliente alegando necesidades varias y así seguir metiendo gente, lo cual en la mayoría de casos empeoraba la situación.
Si trabajas en consultoría nunca aprenderás a medir correctamente los tiempos para tus desarrollos. Si tu tardas 2 días, al cliente se le dice que tardas una semana para poder facturarle más. Al final tú sueles cumplir esos dos días estipulados, por lo que te pasas muchas horas siendo bastante poco productivo y eso se nota a nivel personal.
Creo firmemente que todos estos problemas, retrasos en las entregas, desarrollos incompletos y con errores son claramente por culpa de la mala gestión de la gente encargada de dar forma y organizar a los equipos de trabajo. Las personas que se encuentran trabajando en el nivel más bajo de la cadena de producción al final ni pinchan ni cortan en todo esto.
Estar viendo diariamente cómo tu trabajo se desperdicia por el simple hecho de facturar más dinero puede acabar quemando. También depende un poco de los escrúpulos que tengas…
La ley del más fuerte
Ante mis alumnos, en la actualidad, he defendido en multitud de ocasiones la buena voluntad de compañeros y responsables fomentando el crecimiento profesional de los que tienen trabajando a su lado y las sinergias que se logran entre todos para poder sacar proyectos adelante.
Cuando estuve dentro de la consultora viví todo lo contrario, cada día era una guerra táctica centrada en sacar el mayor rendimiento personal sin importar a quién dejabas atrás.
Dentro de un mismo proyecto es muy común encontrar equipos de trabajo de empresas diferentes dirigidos por el cliente para el que trabajan. Además de sacar el trabajo adelante, estos pequeños grupos luchan entre si por lograr volverese imprescindibles en el proyecto y por tanto seguir facturando el mayor tiempo posible.
Yo he llegado a vivir casos de no poder compartir información con personas con las que trabajas día a día por el simple hecho de pertenecer a empresas diferentes. Da lo mismo si el objetivo de ambos es parecido o va hacia el mismo camino, lo importante es que el otro no se lleve más parte del pastel que tú.
Si tu trabajo está más dedicado a mantener tu estatus dentro del proyecto que a desarrollar el proyecto en si pierde bastante sentido tu posición y tu trabajo.
No se tiene en cuenta a la persona
Muchas veces idealizamos mucho nuestro trabajo y no pensamos que, más allá de las relaciones humanas y el crecimiento, no deja de ser un mero negocio construido para poder sacar rendimiento económico.
En el caso de las consultoras esto se lleva hasta el extremo.
En mi caso particular, toda mi experiencia en consultoría me la pasé trabajando en las oficinas de diferentes clientes. Es decir, tú formas parte de tu empresa pero tus verdaderos jefes son aquellos que forman parte de la estructura de profesionales que establece el cliente de turno.
La sensación durante todos esos años es que realmente no formas parte de ninguna empresa.
Tienes un grupo de trabajo a tu alrededor pero no cuentan contigo para las dinámicas habituales de empresa. Disponen de sus propios modelos para la gestión de recursos humanos y tú no dejas de ser un extraño más que vienes a cubrir una necesidad.
Tu empresa madre siempre se encuentra lejos y las diferentes acciones que intentan llevar a cabo para conseguir acercarse a sus trabajadores no tienen demasiada consistencia y consisten en celebraciones anuales con gente que no conoces porque, al igual que tú, se encuentran en otros clientes trabajando aislados por completo.
Aparte de recibir una nómina a final de mes necesito otra serie de motivaciones…
Apariencia ante todo
Quizá una de las cosas que más claro tengo después de esta experiencia profesional es que se puede vivir de las apariencias pero no es una vida atractiva ni te plantea una serie de retos que te permitan superarte.
No solo me refiero a la apariencia física, que también. Sentarte todos los días en tu puesto de trabajo como programador vestido de traje y corbata como en la comunión de tus primos, no es una experiencia que recomiende a nadie.
Tener que guardar las apariencias con el cliente, estar constantemente vendiendo proyectos exitosos cuando por detrás son auténticas chapuzas, aguantar a profesionales que se dedican más a venderse a si mismos que a realizar su trabajo… y así una lista interminable de cosas sin sentido, hace que al final te acabes quemando y seas tú el primero que dejes un poco de lado tu implicación y hagas lo mínimo para subsistir en ese ecosistema tóxico.
Conclusiones
Creo que echando la vista atrás puedo sacar bastantes conclusiones de mi paso por el mundo de la consultoría, pero sobre todo quería compartir contigo estas dos que para mí fueron fundamentales:
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No calculé demasiado bien el timing para abandonar la empresa en el momento en el que empecé a quemarme. Creo sinceramente que si tienes experiencia en el sector puedes buscar aquellos proyectos o empresas que se adapten a tus gustos y necesidades. Yo, me di cuenta tarde.
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Durante mi etapa en consultoría me seguí formando fuera de los cursos que me ofrecía la empresa. Mantuve mi curiosidad y mantuve mi inquietud por las nuevas tecnologías y seguí creando proyectos por mi cuenta. Quizá esto es lo que me permitió poder avanzar y poder optar a otros puestos de trabajo diferentes.
No quiero sentar cátedra con esto porque cada uno tiene que crear su propia historia, pero espero que le pueda servir a alguien que se encuentre en la posición que me encontraba yo hace años.
Mucho ánimo y sobre todo intenta disfrutar de la programación.